El “perro rabioso” de Medio Oriente

Leonidas Irarrázaval

Cuando envío esta columna al diario, Gaddafi está a punto de caer. El ex presidente Ronald Reagan lo llamó “perro rabioso”. Durante 41 años Moammar Gaddafi ha sido la única autoridad de Libia. Ahora su sitial tambalea tanto en su país como en el seno de la comunidad internacional. Esto es parte de una seguidilla que se inició en Túnez y continuó en Egipto, con los resultados que se conocen.



Es indudable que Gaddafi está en sus últimos días. Esto es el resultado lógico de su pésima “hoja de antecedentes”. Pero nadie sabrá a ciencia cierta cuántos miles de muertos costará este fin. Ni en Túnez ni en Egipto hubo matanzas masivas. Allí existía un cierto orden constitucional a pesar de las dictaduras en el poder. También ejércitos relativamente independientes del Ejecutivo. No es el caso de Libia. Sus hijos y yernos, así como uno que otro favorito, manejan la totalidad de los hilos detrás de un caudillo decadente.

No conozco bien el Medio Oriente. Sólo he estado varias veces en Israel, el Líbano y Jordania. En cuanto al norte de Africa, he ido varias veces a Egipto, Túnez y Marruecos. Los egipcios representan lo más granado y tradicional del mundo árabe, desde los faraones hasta ahora. Tanto El Cairo como Alejandría se ven ruinosos desde hace décadas. Pero su cultura y su pasado aún se respiran en el aire. La nueva biblioteca de Alejandría, cuya construcción dirigió la Unesco, con los países más ricos a cargo de los gastos, no logra superar a los vestigios de la antigua biblioteca, sumergida en el viejo puerto junto al famoso faro. Ambos iluminaron la antigüedad. El diario egipcio “Al Hareim” es el más leído en el mundo árabe. En cambio, en Túnez y Marruecos se siente el afrancesamiento heredado de la antigua potencia colonial.

¿Qué pasará con Libia después de Gaddafi?.

Por el momento, no se divisa ningún líder detrás de la maraña del poder del dictador. El petróleo será lo único importante que marcará los pasos de la comunidad internacional. En especial de los Estados Unidos y Europa occidental. Los libios, como pueblo le importan a muy pocos. La prueba es que durante 41 años se les dejó abandonados a su suerte, que se sabía muy triste y desgraciada.

Tampoco se sabe para dónde va el resto del mundo árabe. Ha sido sacudido por un terremoto y tsunami políticos, en medio de los problemas de diferentes tendencias religiosas del Islam. El panorama no es claro y se aprecia así en las mil y una interpretaciones de los analistas políticos internacionales.

El rol de los Estados Unidos será como siempre muy importante. Pero ahora, ¿Quién tiene mucha fe en su diplomacia? Esto, a pesar de que lo que han publicado de Wikileaks los más destacados diarios del mundo nos parece una débil sombra de lo que no ha sido dado a luz. La Unión Europea y Rusia pueden ayudar con su experiencia política, pero en forma limitada. Quizás, ahora, lo que China decida en su nueva condición de segunda potencia económica mundial, será lo que tenga más peso.